martes, 21 de febrero de 2012

Cuerpo a tierra, nos atacan

Que el Barcelona es el mejor equipo del mundo nadie lo discute. Que juegan como los ángeles tampoco. Ni que Leo Messi no sea habitante de la Tierra. Todas estas cosas eran previsibles. Lo que no era previsible era el baño que estos hombres nos iban a pegar durante prácticamente los 90 minutos de juego.


El planteamiento inicial del Valencia era bueno, con las bajas obligadas de Banega y los problemas de salud de Jordi Alba. Salieron con todo aquello que tenían disponible para intentar hacer frente al segundo de la Liga en su feudo. Empezaron bien las cosas, con mucha intensidad y fruto de la presión y de la empanada que lleva últimamente la defensa azulgrana, el Valencia se adelantó en el marcador. Buena llegada por banda derecha de Feghouli, el mejor de los visitantes desde hace ya varios partidos, que tras una buena combinación con Miguel, colocó un centro preciso en zona de conflicto, donde Valdés y Piqué dudaron y el más listo de la clase, el pequeño duende Piatti, aprovechó para colocar la punterita y subir el primero al marcador. Costaba de creer, pero el Valencia se había adelantado en el Camp Nou. Lo más difícil estaba hecho. Ahora era cuestión de aguantar las envestidas y salir a la contra. Es triste, pero es así la única forma que tenemos de ganarle al Barcelona. Son consecuencias de tener un equipo sin argumento futbolístico alguno. Lógicamente, el castillo de naipes se vino abajo al primer soplido de aire del conjunto local.

Messi volvió a tener uno de esos días en los que solo puedes levantarte y aplaudir. Cesc volvió a recordar al de principio de temporada, deslumbrante y preciso. Alexis no paró quieto, peleón como de costumbre y qué decir de la exhibición, otra más, del bueno de Andrés. Si el Barcelona, en un mal día, ya es superior, cuando todos estos factores se juntan es de otro planeta. Estos chicos no juegan al fútbol. Juegan a un deporte que sólo ellos conocen. Están avanzados al resto, como los Red-Bulls en la Fórmula1. Somos unos afortunados de poder contar que estamos viviendo paralelamente al mejor equipo de la historia de este deporte.

Cierto es que el Valencia volvió a tener mala suerte. El primer gol llegó con un fallo en el despeje de Rami –un fallo más- cuyo balón no podía ir a los pies de otro que no fuera Messi. La tragedia estaba ya escrita. Con el gol el Valencia bajó los brazos por completo y ya no los levantó hasta que llegaron a las duchas para aclararse el jabón de debajo de los brazos. El partido fue un auténtico asedio a la portería de Alves, la cotización del cual ha subido tras el recital de paradas. El resumen es claro: 29 tiros de los locales, de los cuales 14 fueron muy claros, por 2 de los visitantes. El resultado pudo ser escandaloso, más aún del que fue, si alguno de los de arriba del Barcelona llega a tener su día. Cierto es que Messi hizo “póker” de goles, pero aún así no tuvo su día. Con eso lo digo todo.

Le podemos llamar, a lo del domingo, de muchas formas: baño, meneo, vendaval, avalancha, exhibición, goleada. Yo prefiero llamarlo bochorno. La imagen del Valencia fue de cobardía absoluta, de un equipo más bien no profesional que de unos jugadores que hacen de este deporte, su oficio, su trabajo, su manera de subsistir. Lo del domingo, por más que esté el Barcelona enfrente, no se puede tolerar. Sentí vergüenza ajena al estar defendiendo estos colores. El equipo que vi no es aquel del cual me enamoré. El jueves llegará el Stoke y, seguramente, la clasificación para la siguiente ronda de la Europa League. Con eso muchos se conformarán y olvidarán lo que pasó esta jornada liguera. Yo no. El partido quedará ya por siempre grabado en mi mente, como uno de los peores que recuerdo en mi corta vida.

Un placer, @andreuserret (Twitter)

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