lunes, 27 de febrero de 2012

Basta ya o el público se va

El partido de este fin de semana fue la gota que colmó el vaso. Son ya muchos los partidos en que salimos con la sensación de que se han reído de nosotros. Son muchos ya en que somos títeres en manos del rival. Lo de este domingo no se puede tolerar.


Podríamos decir que fue el peor partido de la temporada en Mestalla y, aún así, nos quedaríamos cortos. No hay palabras para describir qué sentí cuando estaba viendo jugar al equipo que yo, aquí en este blog o donde haga falta, defenderé siempre. Un equipo sin esquema definido y con jugadores jugando en posiciones que no les corresponde. Lo que más me preocupó fue la falta de actitud. El equipo deambuló por el césped como un cuerpo sin alma. De verdad, me dio pena hasta a mí verles. Jiménez, al acabar el partido del Zaragoza con el Málaga digo “sentir vergüenza” por la actitud de ciertos jugadores y la falta de compromiso y entrega. Desde aquí, me uno a la causa y digo no a seguir aguantando este fútbol rácano e insípido, incapaz de dar cuatro pases seguidos ante un rival que era, de largo, peor que los locales, que ya es decir.

El Valencia, a todo esto, empezó ganando, con uno de los goles más bellos en la temporada de este equipo. Fue una buena jugada de combinación por banda derecha al primer toque y balón a la frontal para que el Tino sacara a pasear su fusil. Disparo imparable para el portero valenciano del Sevilla, inédito en todo el partido. A partir del gol, el equipo se conformó, no vio rival en los andaluces y volvió a bajar la guardia, confiados en aguantar el resultado sin sudar. Vale que el Sevilla, ahora mismo, tiene menos peligro ofensivo que un antidisturbios sin su porra, pero son jugadores todos, con dos piernas y saben corren. A la mínima que se asociaron un par de veces Rakitic, Medel y Navas, crearon peligro sobre la portería de Guaita. Y es que la defensa del Valencia no está para muchas “fiestas” -si alguien tiene alguna duda que se lo consulte a Rami, experto en todo tipo de fiestas-. Y así llegaron los dos goles del Sevilla, ambos regalos defensivos de los locales, que como vamos tan sobrados de puntos estamos de promoción en este 2012.

Mi sentimiento, aún ahora, es decepción y frustración. Es el cuarto año que el “ninot” de Emery –aprovechando que son fallas- lleva sentado en el banquillo y aún nadie sabe el sistema del conjunto del Turia. El once inicial es más impredecible que el tiempo atmosférico y resultado más difícil de acertar en la quiniela que un partido de Segunda División. Es algo asombroso. Algunos dicen que nos merecemos ese tercer lugar por regularidad. Yo opino todo lo contrario. Quien lo dice, sinceramente, creo que anda un poco mal de la vista o corto de memoria, una de las dos cosas. Si hablamos de resultados, el Valencia no ha encajado tres partidos seguidos ganando y lleva, en este 2012, sólo una victoria. Si hablamos de regularidad en el juego, mejor callar ya que podríamos decir animaladas y tacos mal sonantes. Este partido fue la clara demostración de un equipo hundido y sin ambición. Un equipo que no va en sintonía con la grada y, lo más preocupante, que tampoco parece que tenga ganas de revertir la situación.

Si hay alguien que tiene la fórmula para arreglar los males de este equipo que la ponga sobre la mesa. Yo, sinceramente, me he quedado casi sin fuerzas. Debido a la situación económica tampoco se puede hacer una reforma a gran escala, pero si se pueden tapar ciertas vías de escape, empezando por el capitán de este barco, casi hundido, que va camino de un pozo negro futbolístico preocupante y, que parece, no tener mucho remedio. La solución la tienen en sus pies y en sus cabezas. Cuando decidan volver a competir que me avisen. Hasta entonces, yo también cogeré “vacaciones”, como ellos. Eso si, las mías no serán pagadas.

Un placer, @andreuserret (twitter)

martes, 21 de febrero de 2012

Cuerpo a tierra, nos atacan

Que el Barcelona es el mejor equipo del mundo nadie lo discute. Que juegan como los ángeles tampoco. Ni que Leo Messi no sea habitante de la Tierra. Todas estas cosas eran previsibles. Lo que no era previsible era el baño que estos hombres nos iban a pegar durante prácticamente los 90 minutos de juego.


El planteamiento inicial del Valencia era bueno, con las bajas obligadas de Banega y los problemas de salud de Jordi Alba. Salieron con todo aquello que tenían disponible para intentar hacer frente al segundo de la Liga en su feudo. Empezaron bien las cosas, con mucha intensidad y fruto de la presión y de la empanada que lleva últimamente la defensa azulgrana, el Valencia se adelantó en el marcador. Buena llegada por banda derecha de Feghouli, el mejor de los visitantes desde hace ya varios partidos, que tras una buena combinación con Miguel, colocó un centro preciso en zona de conflicto, donde Valdés y Piqué dudaron y el más listo de la clase, el pequeño duende Piatti, aprovechó para colocar la punterita y subir el primero al marcador. Costaba de creer, pero el Valencia se había adelantado en el Camp Nou. Lo más difícil estaba hecho. Ahora era cuestión de aguantar las envestidas y salir a la contra. Es triste, pero es así la única forma que tenemos de ganarle al Barcelona. Son consecuencias de tener un equipo sin argumento futbolístico alguno. Lógicamente, el castillo de naipes se vino abajo al primer soplido de aire del conjunto local.

Messi volvió a tener uno de esos días en los que solo puedes levantarte y aplaudir. Cesc volvió a recordar al de principio de temporada, deslumbrante y preciso. Alexis no paró quieto, peleón como de costumbre y qué decir de la exhibición, otra más, del bueno de Andrés. Si el Barcelona, en un mal día, ya es superior, cuando todos estos factores se juntan es de otro planeta. Estos chicos no juegan al fútbol. Juegan a un deporte que sólo ellos conocen. Están avanzados al resto, como los Red-Bulls en la Fórmula1. Somos unos afortunados de poder contar que estamos viviendo paralelamente al mejor equipo de la historia de este deporte.

Cierto es que el Valencia volvió a tener mala suerte. El primer gol llegó con un fallo en el despeje de Rami –un fallo más- cuyo balón no podía ir a los pies de otro que no fuera Messi. La tragedia estaba ya escrita. Con el gol el Valencia bajó los brazos por completo y ya no los levantó hasta que llegaron a las duchas para aclararse el jabón de debajo de los brazos. El partido fue un auténtico asedio a la portería de Alves, la cotización del cual ha subido tras el recital de paradas. El resumen es claro: 29 tiros de los locales, de los cuales 14 fueron muy claros, por 2 de los visitantes. El resultado pudo ser escandaloso, más aún del que fue, si alguno de los de arriba del Barcelona llega a tener su día. Cierto es que Messi hizo “póker” de goles, pero aún así no tuvo su día. Con eso lo digo todo.

Le podemos llamar, a lo del domingo, de muchas formas: baño, meneo, vendaval, avalancha, exhibición, goleada. Yo prefiero llamarlo bochorno. La imagen del Valencia fue de cobardía absoluta, de un equipo más bien no profesional que de unos jugadores que hacen de este deporte, su oficio, su trabajo, su manera de subsistir. Lo del domingo, por más que esté el Barcelona enfrente, no se puede tolerar. Sentí vergüenza ajena al estar defendiendo estos colores. El equipo que vi no es aquel del cual me enamoré. El jueves llegará el Stoke y, seguramente, la clasificación para la siguiente ronda de la Europa League. Con eso muchos se conformarán y olvidarán lo que pasó esta jornada liguera. Yo no. El partido quedará ya por siempre grabado en mi mente, como uno de los peores que recuerdo en mi corta vida.

Un placer, @andreuserret (Twitter)

viernes, 17 de febrero de 2012

Golpe de autoridad en Europa


Partido muy serio ayer del Valencia en el Britannia Stadium de Stoke. Volvía la Europa League, volvía la competición europea. Y el equipo respondió con creces. Tiró de oficio y del gol de Topal para ganar por la mínima en casa ajena y poner pie y medio en Octavos de final.

Un tanto sorprendido me quedé al ver la alineación que sacó Emery para disputar el partido. Sinceramente, pienso que no era el partido más idóneo para darle descanso a Soldado. Alineó de inicio a Aduriz, servido en bandas por Feghouli y Piatti y al mando del equipo Tino y Topal. No soy mucho de Topal y me extrañó ver como titular a uno de los jugadores con menos minutos de este Valencia. No entendía el plan de Emery, parecía como si fuera a tirar esta competición. El rival, el Stoke City, equipo situado casi en puestos de descenso en la liga inglesa, para mí, la mejor del mundo.

El equipo, de inicio, no daba garantías para ver un espectáculo futbolístico. Se dedicaron a arriesgar lo más mínimo, a no encajar goles y, con un poco de suerte, marcar algún gol. Ya digo, sobre el campo habían pocas opciones deportivas para crear peligro y sólo con una acción de fortuna podía llegar el gol. Y así fue. Se sacó Topal un disparo que nada tiene que envidiarle a CR7. Cogió el balón desde unos 30 metros, se perfiló y disparó. Cuando el balón salió de su bota se paró el mundo y todos nos quedamos atónitos al ver el resultado de semejante disparo. Sin duda, es uno de los goles de más bella factura de todo el año en Europa. Soberbio.

Tras el gol, el Valencia ya tenía su premio y llegaba la hora de guardar la ropa y mantener ese magnífico resultado. Hasta el final del partido se pudo ampliar la renta, pero no pudo ser y el conjunto ché se volvió a España con un resultado justo y merecido.

La línea que vi ayer me gustó y creo que ese es el camino. El Domingo vuelve el Barça, vuelve de nuevo la pesadilla culé. En ese partido tengo sentimientos contrariados, ya que quiero ver ganar al Valencia pero no quiero que se escape más el Madrid en liga. Situación complicada, sin duda. En definitiva, va a ser un partido de alto voltaje deportivo, de revuelo internacional, donde el Valencia llega en un buen momento para medirse al mejor equipo del mundo. Prefiero salir goleado pero dar la cara, que perder por la mínima dando una imagen deplorable. He dicho.


Un placer, @andreuserret (twitter)

lunes, 13 de febrero de 2012

Quien no se consuela es porque no quiere.

La hoja de ruta así lo establece. Después de deslizarse por pendiente cuesta abajo, la cual era pronunciada por la falta de victorias ligueras, el Valencia consiguió remontarla y dejarla atrás, con una victoria balsámica, ante uno de los equipos candidatos a dejar, en Junio, esta Primera División.


El Valencia navegaba sin rumbo por el mar llamado Liga BBVA. El equipo se había dedicado a concentrar todo su esfuerzo en la competición copera, descuidando la doméstica. Y eso es algo que no logro a asimilar. Ese “lujo” se lo pueden permitir equipos de menos presupuesto económico y con una plantilla inferior, pero no el Valencia. Disponen de la tercera mejor plantilla de España y una de las más completas y equilibradas de Europa cuando sus jugadores juegan al máximo nivel. Así pues, ha sido inadmisible el bajón de juego y resultados en liga este mes y medio que llevamos de año. Ahora ya ha pasado la Copa, pero viene la Europa League. Como estamos con la tercera posición más afianzada que a finales de Diciembre, podemos descuidarla otro mes e irnos de viaje por Europa, que seguramente, cuando volvamos, seguiremos donde estamos. Eso va a pasar de ahora en adelante y es lo que no quiero que suceda.

La noticia más destaca del partido de ayer fue la vuelta a la titularidad de Guaita. Después de mucho tiempo sentado en el banquillo, simulando una hipotética lesión, se volvió a vestir de corto y a ponerse bajo los palos. Más que nada lo vi como un toque de atención a Alves, el cual últimamente está haciendo fallos estrepitosos en momentos clave. No es que sea culpable de nada, pero la vida de portero todos sabemos como es. Pocas veces tienen recompensa o crítica favorable alguna por su actuación. Casos puntuales son los de Varas, en Barcelona, y el partido que se marcó ayer Toño, ante el Atlético de Madrid.

El Sporting me recordó al Villareal del Calderón. Un equipo cabizbajo, sin intención alguna de hacer daño al rival. El Valencia olió la sangre y allí fue. Era el rival perfecto para subir la moral y para coger confianza de cara al partido del Jueves de Europa League. Raro es, pero fue mejor la primera parte que la segunda. En la primera se dominó el balón y las constantes subidas por bandas generaron ocasiones. En una de ellas, Feghouli empalmó un gran servicio de Mathieu desde la frontal y consiguió el primero del conjunto local. Era el minuto 30 y con el gol, el Sporting se decompuso aún más y el Valencia pareció relajarse y conformarse. Desde ese minuto hasta el pitido final, fue un tanto soporífero. Un partido sin intensidad alguna que se llevó el menos malo. Se goleó, aunque de manera injusta, y ahora parece que se ve el futuro con claridad y esperanza de nuevo. Nada más lejos de la realidad que el jueves vuelve Europa. Será entonces cuando podremos sacar la vara de medir y saber dónde está nuestro Valencia realmente.

El título, casi con total seguridad, va a ser para el Real Madrid. No me queda otra que empezar a asimilarlo. No es que vaya a ser inmerecido, pero si que le quita un poco de mérito a ello el rendimiento del Barcelona y prestigio y credibilidad ciertas ayudas arbitrales. Me da pena ver una liga con tan poca intensidad y emoción. Puede ser que sea una de las peores competiciones de los últimos años. Nivel inaceptable y falta de compromiso y juego por parte de muchos equipos, incluido en ciertas ocasiones el Valencia. Algo tiene que cambiar, ya que hace más de un mes de aquella entrada donde decía aquello de “falacia si esta es la mejor liga del mundo” y lo sigo pensando.

Un placer, @andreuserret (twitter)

jueves, 9 de febrero de 2012

Una sucesión de infortunios

Que el Barcelona era inmensamente superior lo sabíamos, pese a no estar en su mejor momento, y que para derrotarles, a doble partido, teníamos que jugar todos los minutos a un nivel de intensidad y concentración altísimos, también. La teoría nos la sabíamos letra por letra, coma por coma, pero aplicarlo a la práctica no fue nunca tan complicado.


Todo empezó a torcerse en esa rápida y desafortunada acción del partido de ida en Mestalla, a los pocos minutos de empezar, a la cual siguió el error en el gol de Puyol. Cierto es, que en la segunda mitad salimos vivos y con esperanzas de ir al Camp Nou. Todos pensábamos en la gesta que tenía que hacer el Valencia. Una afición entregada e ilusionada horas antes del partido. Todos y cada uno de los valencianistas de corazón soñábamos con marcar esos dos goles a domicilio que nos dieran el pase a una gran Final, varios años después. Pero ese sueño lo vimos truncado antes incluso de empezar el partido. Poco más de una hora antes del inicio del encuentro llegaba a nuestros oídos una de las noticias más doloras y desesperanzadoras. Soldado se caía de la convocatoria por una infección en las vías respiratorias que le había producido fiebre. Fue, para todos, un auténtico mazazo anímico, del que ya no nos pudimos levantar. Todo el trabajo realizado en las sesiones preparatorias a este partido ya no iba a servir de mucho. Aún así, el Valencia saltó al campo, con el mejor once que podía presentar Emery para lograr el milagro.

Lo cierto es que el Valencia salió muy enchufado en los primeros diez minutos, presionando al Barcelona y teniendo las primeras ocasiones. En esos minutos se chutó hasta cuatro veces a puerta, con una ocasión que erró Feghouli, disparando, ante Pinto, al lateral de la red. A partir de ese minuto, el Barcelona tomó como rehén la pelota y empezó el asalto a la fortaleza valencianista, sin piedad. Fue un auténtico calvario. La primera flecha que dispararon los “culés”, consiguió llegar al corazón de los visitantes. Fue directa al alma. Era la primera llegada. Balón largo puesto por Messi, indecisión entre Miguel y Alves y Cesc, que sigue en estado de grácia, con un toque sutil consiguió abrir el marcador. Ese gol, en lo deportivo, no cambiaba nada, el Valencia con dos goles era finalista. Pero si cambió en lo anímico. Constantes pérdidas de balón y mucha falta de confianza a la hora de intentar jugar el esférico condenaron al Valencia a un final esperado por todos.

La torpeza e inseguridad de Rami con el balón en los pies, la falta de concentración de Victor Ruiz, las constantes paradas de Alves, la desaparición de Banega y Feghouli y la diferencia de calidad evidente entre Soldado y Aduriz. Todos esos síntomas no hacían presagiar un buen futuro para el segundo tiempo.

La charla de Emery en el descanso fue clara y los jugadores salieron al campo con una actitud diferente. Los primeros quince minutos fueron del Valencia, de nuevo, con dos llegadas muy claras de Aduriz y Jordi Alba, que no se pudieron materializar. A partir de ahí, volvió la dulce anestesia blaugrana, empezaron a tocar con rapidez y precisión y el Valencia bajó los brazos. Para más INRI, el Valencia se quedó con diez por la tonta expulsión de Feghouli. A medida que avanzaba el partido, era una sucesión continua de desafortunadas acciones que sólo podían tener un final, el gol de Xavi. El manresano asestó la puñalada mortal al Valencia. La máquina recreativa del sueño copero se quedó sin crédito y ya no había tiempo para una posible solución.

El Barcelona fue justo vencedor en el global de la eliminatoria y pudo haber goleado, en mucho periodos, al conjunto “ché”. Me quedo con el consuelo de haber visto en ciertos minutos a un buen Valencia, descarado y buscando la portería del mejor equipo del mundo, sin miedo alguno. Si la actitud que tuvieron en ambos comienzos de período la mantienen en los partidos ligueros, el objetivo de mantener esa tercera plaza está más cerca.

Un placer, @andreuserret (twitter)

martes, 7 de febrero de 2012

Un bucle sin fin de “Deja vus”

Otra jornada liguera más, otro partido sin ganar, otro encuentro pésimo en cuanto a juego y ocasiones, otro choque soporífero y para el olvido. Así está siendo el inicio de año liguero del Valencia. Ver para creer, que tras cinco partidos consecutivos sin ganar, siga tercero y aumentando la distancia con los rivales.



Al último que ha conseguido frenar de su marcha triunfal y su maravillosa racha de resultados, por que de juego más bien poco, es al Atlético de Madrid. Ese segundo equipo de la capital que llegaba al choque más que crecido, imbatido des de la llegada de Simeone y con tres victorias seguidas. Parecía que el Valencia llegaba al Manzanares en el momento idóneo y, de ganarles, como muchos daban por hecho, colocarse en Champions. Pero no fue así. El Valencia, a poco que hizo, logró frenar ese “efecto Simeone”. El Atlético no es más que un equipo que corre bien sin balón y que ha aprendido a presionar la salida del mismo. Pero con él en los pies, salvo Arda y a ratos Diego, el resto son más bien deficientes.

Emery, volvió a alinear de inicio a Mathieu y Jordi Alba, cosa que sigo sin entender y dejó fuera del once a Jonás, con Albelda y Tino en el medio y Pablo en la banda. Era un once para lucirse –aún me río ahora-.En todo el partido, como ya viene siendo habitual, sólo se creó una ocasión de gol, que por muy poco no materializa en gol Jordi Alba. El Valencia es superior al resto de los equipos de primera, obviando al Barcelona y Madrid, y lo es si juega la mitad de bien de cómo sabe. Los "chés" tienen un jugador diferente a ese resto de equipos, que no es otro que Banega. Pero, si el susodicho se queda en el banco, poco puede hacer la criatura.

El planteamiento inicial fue rácano y decepcionante. Emery no quería perder, a toda costa, en el Calderón y tampoco quería cansar al equipo de cara a la vuelta de Semifinales. Pues bien, ni perdieron ni se cansaron. Fueron dos equipos que durante la mayoría del partido anduvieron sobre el tapete verde, viendo pasar los balones por el aire, de una portería a otra, ya que juego de centro del campo no hubo. Firmaron la tregua des del minuto uno. Sólo dos disparos pusieron en alerta a las trincheras. El ya mencionado disparo de Alba y la doble ocasión de Falcao que acaba sacando Ramí con sus partes nobles.

Ya en frío, no quiero ni pensar dónde estaríamos ahora si no perdemos los tres puntos en el Villamarín en los últimos cuatro minutos, nos dejamos empatar por Osasuna y Racing en el tiempo de descuento y tiramos el partido en casa con la Real. Pensando en los puntos que se han dejado escapar y el rendimiento del resto de equipos de primera, siempre mirando hacia abajo, el Valencia, a estas alturas, podría ya tener más que asegurada la Champions.

Pero que le vamos a hacer, les gusta complicarse la vida. Así que no queda otra que seguir sufriendo. Próxima batalla, el Camp Nou. Que Dios nos pille confesaos, que se nos avecina un buen meneo.

Un placer, @andreuserret (twitter)

jueves, 2 de febrero de 2012

La conformidad de lo evidente

La única cosa que sabemos a ciencia cierta es que el Valencia ayer salió vivo. La mano y posible roja de Pinto quedarán ya en anécdota. No somos videntes, así que no podemos asegurar cómo hubiera afectado al partido esa acción. Cosas del fútbol, supongo.


Todos y cada uno de los aficionados del Valencia, incluso me atrevería a decir que los la capital del país también, veían más que probable apear al Barcelona de la final de Copa. Era el mejor momento decían muchos, llegan cansados decían otros. Pero amigos, la realidad no era esa. La realidad era que el Barcelona no iba a tirar esta competición. No lo iba a hacer porque estaba a tres partidos de ganar un título, con el cual poder justificar toda una temporada – sirva de ejemplo Florentino el año pasado-. Y no lo hizo, no la tiró. Salió sin Xavi, y fue tremendamente superior al equipo local en la segunda mitad.

Un Valencia, una vez más, inoperante en la zona de creación sólo creo una jugada de peligro real ante la meta visitante en todo el partido, que fue el gol. Pobres registros y, lógicamente, insuficientes para ganar al Barcelona. Los hombres de Unay se dedicaron a intentar robar balones en el centro del campo y salir con espacios a la contra, bien replegados atrás sin dejar muchos espacios. De los noventa minutos salió bien los primeros treinta. Es decir, hasta que aguantó la gasolina. Desde entonces, constantes desajustes defensivos, pérdidas de balón por parte de los defensas que por poco nos causan un disgusto y paradas y más paradas de un Alves que, cierto es que falló en el gol de Puyol – como ya viene siendo costumbre – pero que luego hizo paradas tan decisivas como atajar el penalti a Messi. Para mí, esa acción, fue la que resume todo el partido. Gracias a esa parada, podemos decir hoy que el Valencia tiene opciones reales de plantarse en la final. Y no la acción de la roja a Pinto. La mano era clara y el cabreo de la grada justificado. Pero, ¿Os habéis parado a pensar que quizás en Mestalla las manos formen parte del cuerpo? Hacer memoria y pensar en el gol que evitó Higuaín unas jornadas atrás. Así que solo nos queda conformarnos con lo evidente, y ya no hablo solo de la posible expulsión, sino de la superioridad manifiesta del conjunto visitante.

Por lo que respecta al Barcelona, se presentó en Mestalla a jugar el tipo de partido esperado. Conscientes que tienen un feudo casi inexpugnable, intentaron, en la primera mitad, tener el control del partido, hacerse con el dominio en el centro del campo y encomendarse a Messi para poder sacar algo positivo de Mestalla. El objetivo principal era marcar algún gol y recibir los menos posibles. Lo cumplieron a rajatabla los chicos de Guardiola hasta el descanso. Tras él, y viendo el bajón físico de los jugadores locales, se quitaron el escudo y salieron a atacar a pecho descubierto. He de decir que salir a por el partido de esa forma suele conllevar unos riesgos, pero no ayer, ya que el Valencia deambuló por el campo durante la segunda mitad, sin ninguna intención de atacar y esperando el pitido final sin encajar ningún gol más. Por suerte y gracia de Diego Alves así fue, y el Valencia logró empatar con el Barcelona.

En seis días la vuelta en el Camp Nou. Tenemos que marcar allí y no perder si queremos acceder a la gran final. Parece casi misión imposible, pero, personalmente, viendo a Pinto bajo los palos me quedo más tranquilo y esperanzado de poder ver, después de muchos años, al Valencia en la final de una competición nacional.

Un placer, @andreuserret (Twitter)