El partido de este fin de semana fue la gota que colmó el vaso. Son ya muchos los partidos en que salimos con la sensación de que se han reído de nosotros. Son muchos ya en que somos títeres en manos del rival. Lo de este domingo no se puede tolerar.
Podríamos decir que fue el peor partido de la temporada en Mestalla y, aún así, nos quedaríamos cortos. No hay palabras para describir qué sentí cuando estaba viendo jugar al equipo que yo, aquí en este blog o donde haga falta, defenderé siempre. Un equipo sin esquema definido y con jugadores jugando en posiciones que no les corresponde. Lo que más me preocupó fue la falta de actitud. El equipo deambuló por el césped como un cuerpo sin alma. De verdad, me dio pena hasta a mí verles. Jiménez, al acabar el partido del Zaragoza con el Málaga digo “sentir vergüenza” por la actitud de ciertos jugadores y la falta de compromiso y entrega. Desde aquí, me uno a la causa y digo no a seguir aguantando este fútbol rácano e insípido, incapaz de dar cuatro pases seguidos ante un rival que era, de largo, peor que los locales, que ya es decir.
El Valencia, a todo esto, empezó ganando, con uno de los goles más bellos en la temporada de este equipo. Fue una buena jugada de combinación por banda derecha al primer toque y balón a la frontal para que el Tino sacara a pasear su fusil. Disparo imparable para el portero valenciano del Sevilla, inédito en todo el partido. A partir del gol, el equipo se conformó, no vio rival en los andaluces y volvió a bajar la guardia, confiados en aguantar el resultado sin sudar. Vale que el Sevilla, ahora mismo, tiene menos peligro ofensivo que un antidisturbios sin su porra, pero son jugadores todos, con dos piernas y saben corren. A la mínima que se asociaron un par de veces Rakitic, Medel y Navas, crearon peligro sobre la portería de Guaita. Y es que la defensa del Valencia no está para muchas “fiestas” -si alguien tiene alguna duda que se lo consulte a Rami, experto en todo tipo de fiestas-. Y así llegaron los dos goles del Sevilla, ambos regalos defensivos de los locales, que como vamos tan sobrados de puntos estamos de promoción en este 2012.
Mi sentimiento, aún ahora, es decepción y frustración. Es el cuarto año que el “ninot” de Emery –aprovechando que son fallas- lleva sentado en el banquillo y aún nadie sabe el sistema del conjunto del Turia. El once inicial es más impredecible que el tiempo atmosférico y resultado más difícil de acertar en la quiniela que un partido de Segunda División. Es algo asombroso. Algunos dicen que nos merecemos ese tercer lugar por regularidad. Yo opino todo lo contrario. Quien lo dice, sinceramente, creo que anda un poco mal de la vista o corto de memoria, una de las dos cosas. Si hablamos de resultados, el Valencia no ha encajado tres partidos seguidos ganando y lleva, en este 2012, sólo una victoria. Si hablamos de regularidad en el juego, mejor callar ya que podríamos decir animaladas y tacos mal sonantes. Este partido fue la clara demostración de un equipo hundido y sin ambición. Un equipo que no va en sintonía con la grada y, lo más preocupante, que tampoco parece que tenga ganas de revertir la situación.
Si hay alguien que tiene la fórmula para arreglar los males de este equipo que la ponga sobre la mesa. Yo, sinceramente, me he quedado casi sin fuerzas. Debido a la situación económica tampoco se puede hacer una reforma a gran escala, pero si se pueden tapar ciertas vías de escape, empezando por el capitán de este barco, casi hundido, que va camino de un pozo negro futbolístico preocupante y, que parece, no tener mucho remedio. La solución la tienen en sus pies y en sus cabezas. Cuando decidan volver a competir que me avisen. Hasta entonces, yo también cogeré “vacaciones”, como ellos. Eso si, las mías no serán pagadas.