El Valencia
cayó, de nuevo, ante el Atlético de Madrid, en el partido de vuelta de las
semifinales de la Europa League disputado
anoche en Mestalla. Salió derrotado el conjunto local, por la mínima, en un
flojo partido por parte de ambos equipos, dónde la nota más negativa fue la lesión de Canales. Otra vez el ligamento cruzado de la rodilla derecha, otros seis meses de baja. Una desgracia.
Una vez más,
acabamos con una sensación de decepción
un partido. Pero, preocupantemente, cada vez es menor. Es como si ya, nuestro
cuerpo, haya creado anticuerpos para combatir ese sentimiento y somos, poco a
poco, más inmunes. A mí, personalmente, la derrota y, a la postre, la
eliminación no me ha sorprendió ni me dejó mal cuerpo. En primer lugar, por que
no éramos merecedores de luchar por un puesto en la final, tras el partido de
ida, y, en segundo lugar, por que en
ningún momento del partido creí en
la remontada. Un equipo plano, sin matices, sin dinámicas y sin apenas
variantes no puede aspirar a mucho más que a una, regalada, tercera plaza en la
Liga BBVA. El equipo, salvo veinte minutos en el primer tiempo, no fue capaz de
crear peligro alguno sobre la puerta colchonera. Espoleados, por error, por Albelda, el equipo no tuvo profundidad
ni finalización. Con Topal en la grada y Tino en el banquillo, Emery le dio el
mando del partido y la bandera de la remontada al bueno de Parejo. Éste, que no está hecho para este tipo de encuentros aún,
anduvo desorientado, y acobardado por los galones del general superior,
dedicándose a una vertiente más defensiva. Intercambio de roles entre ambos
jugadores –quiero pensar que de manera improvisada- que llevaron al Valencia a
un nuevo fracaso.
Ese fue, a groso
modo el partido de sesenta minutos que se jugó en Mestalla. No me he
equivocado, el partido duró –si llega- sesenta minutos. Una fatídica acción
marcó un antes y un después en el mismo. Estoy hablando, como no, de la lesión de Canales. Al ver la jugada
repetida a todos se nos encogió el corazón. Desde el primero al último, y sin
ser médicos ni expertos en medicina deportiva, ya sabíamos de la gravedad de la
lesión. Otra vez la rodilla derecha. Otra vez, la desolación. El equipo y
Mestalla se quedaron en estado de “shock”
al ver, al joven cántabro, abandonar el campo en camilla, llorando, y envuelto,
hasta la cabeza, con ese calefactor rojo. Era el hombre del partido, el hombre
de la semana, ya que, por desgracia, no hemos podido disfrutar de él mucho más
esta temporada. Da gusto verle flotar sobre el campo. Su alegría y desparpajo
con el balón son una delicia para el espectador. Mestalla se ha quedado
enamorada de Sergio. Estoy seguro que el de ayer no será su último partido como
profesional. Va a volver, con más ganas si cabe, y conseguirá, una y mil veces,
volver a levantar a los aficionados del Valencia de sus sillas, sacarles una
sonrisa y, quién sabe, unas lágrimas de ilusión y agradecimiento. Desde aquí,
mucho ánimo Canales, no te lo mereces.
Mientras el
equipo lo asimilaba ese duro golpe, llegó el
latigazo de Adrián. Mathieu entró en sustitución de Canales y, en una indecisión
con Jordi Alba por ver quién cubría el lateral, llegó el gol visitante que mataba de todas todas la eliminatoria. El gol, por cómo
parece detenerse el tiempo cuando controla el esférico, es parecido al de
Iniesta en el Mundial de Sudáfrica. La pegó con el alma el asturiano y el
portero sólo la vio pasar. Fueron dos ganchos directos al mentón valencianista,
los cuales nos dejaron tumbados en la lona, sin una mínima reacción posible. De
ahí al final, sobró todo. De hecho, sobró este partido en si, ya que, como dije
en la entrada correspondiente al partido de ida, lo correcto hubiera sido darle
el paso directo a la final al Atlético de Madrid tras la finalización del
mismo.
De ser así,
mucho nos habríamos ahorrado, como salud, dinero, y, sobretodo, la lesión del
nuevo “mago” del Atlántico. La vida, a veces, es así de injusta. No nos queda
otra que mirar hacía delante. Próximo duelo, directo por la Champions, en
Málaga. Id preparando los paraguas, se avecinan nubes negras y densas. Es, nada
más y nada menos, el futuro próximo de este club. No de la afición, la cual ayer volvió a demostrar, una vez más, que no
merece estar representada por este equipo y por alguno de estos jugadores.
Un placer,
@andreuserret.
Hay que mirar al futuro si. Pero centrarse en los males del presente para solucionarlos. Hay que cambiar muchas cosas en el club y no permitir que nos hagan olvidar tanto fracaso y tanto ridículo, porque en Junio nos volverán a vender a lo poco bueno que nos queda y entonces que será de nosotros?
ResponderEliminarEn Junio nos traerán a alguno con poco nombre, recomendado por algún representante conocido, nos lo venderán como una nueva perla, hará un buen partidos, y todos ilusionados. Respecto al entrenador, veremos. Muchos nombres, poca verdad, hasta el momento. Lo único que se sabe, al parecer, a ciencia cierta, es que habrá relevo en el banquillo y ya veremos si en algún otro cargo alto.
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