viernes, 20 de abril de 2012

Orgullo Herido

Pasadas cerca de veinticuatro horas, la indignación y el desconcierto de no saber porqué se jugó de esa manera ayer en el Calderón siguen en pie. Un partido que, sin duda alguna, pasará a los anales de la hemeroteca del club como uno de los peores que se recuerdan.


El partido en si fue otro de los regalos de Emery hacía la afición. Sinceramente, me alegro de lo que vi. Soy de los que piensan que más bajo no se puede caer. Hemos tocado fondo en un pozo fondo -demasiado- y oscuro, del cuál el Valencia lleva desde que empezó el año en caída libre e imparable. Sólo podía parar esto una ostia -con perdón- monumental y, ayer, nos la dimos. Repaso, sin paliativos ni excusas, del conjunto colchonero. Una derrota, más que dolorosa, que mató la ilusión de una afición que, horas antes, estaba entregada a la causa. Y eso es así porque somos más bien soñadores. Todos sabíamos cómo iba a empezar el encuentro, con unos minutos de asedio local y con el Valencia encerrado atrás, sin posesión y pidiendo ayudas divinas para no recibir un gol. Pues bien, no sólo fueron así los primeros minutos, sino el partido en su totalidad. Desde que tengo uso de la razón, por todos los errores que hubo y por la falta completa de actitud, creo que anoche presencié el peor partido posible. Por primera vez, mis lágrimas no fueron de alegría. Me sentí pisoteado, avergonzado, decepcionado y, lo que es peor, humillado. Fue una noche muy dura, la cuál costará olvidar y mucho.

La imagen del equipo fue intolerable. Un equipo que dio la sensación de entregar las armas antes de empezar el combate, mareado en todo momento por los constantes movimientos de los rivales, sin una ubicación clara en el campo jugador por jugador y sin ideas ofensivas. El despropósito hecho fútbol. No existió la defensa ni el ataque, sólo el portero. Rami y Victor Ruiz fueron más bien compañeros de los atacantes, los cómplices perfectos del asalto que sufrieron anoche los corazones valencianistas. Jordi Alba, superado en todo momento por la banda derecha del Atlético de Madrid, anduvo despistado e impreciso, mostrando un nivel deplorable, lejos de ganarse un puesto en la próxima Eurocopa. A todo esto, con Del Bosque en la grada. El medio el campo fue aún peor que la retaguardia. Menudo partido se marcaron la pareja Tino - Topal. Ni la olieron. Descolados en todo momento, se vieron superados por la media local, con continuos errores en la marca y en la entrega y sin ninguna salida limpia de balón. Vamos, una espejismo de aquel antológico partido del Bernabéu. Feghouli, la esperanza visitante por la brillante campaña que está realizando, fue una sombra difuminada sobre el verde del Manzanares. Contadas fueron las ocasiones en que tuvo la oportunidad de intentar un desborde o correr a la contra, culpables directos los dos anteriores. Mathieu, el incansable galgo francés, estuvo tapado en todo momento por un candidato a internacional, Juanfran, el cuál no le dio la más mínima opción de participar en el juego. Jonás, fue el protagonista de reavivar la pasión por estos colores y reactivar la esperanza al marcar el gol del empate justo antes del descanso, en una jugada de estrategia a la salida de un córner. Salvo esa acción, el resto del partido estuvo desaparecido, como viene siendo habitual en las últimas jornadas. Por último, Soldado. Ejerció de capitán, pero su mando se notó más bien poco. Aposté por él como abanderado del Valencia en el Calderón, como el hombre que nos iba a guiar camino a Bucarest. Me equivoqué. Del todo culpa suya no fue, ya que peleó los cuatro balones que le llegaron como gato panza arriba, aunque sin mucho éxito. Se vació sobre el campo, buscando ese ansiado gol que lo catapultara a la Eurocopa, pero pronto vio -como todos nosotros- que no iba a ser precisamente un partido plácido, donde poder lucirse. Hizo cuánto pudo pero, aún así, fue insuficiente.

El encuentro acabó y con él el sufrimiento. Lo mejor, por decir algo, el resultado. El Atlético de Madrid – el cuál se marcó el mejor partido desde hace años- consiguió un renta muy corta y dejó herido, pero no muerto, al Valencia. Aún no me explico cómo, después de ese aluvión ofensivo, con exhibición de Falcao, Arda y Diego, el conjunto che todavía sigue con ciertas esperanzas para la vuelta. El 2-0 o el 3-1 abren la puerta que nos separa de una nueva final europea. Sinceramente, después de presenciar el partido de ayer, creo que no somos merecedores de, tan siquiera, luchar por el trono europeo. La herida abierta en el orgullo, puede ser ya irremediable.

Un placer, @andreuserret

2 comentarios:

  1. Un esperpento al que lamentablemene estamos acostumbrándonos demasiado. Veremos si el final de temporada nos trae nuevas ilusiones de cambio, porque lo que hay ya no tiene solución ninguna.
    aludos y a ver si aún con ayuda divina se puede pasar a la final. Aunque confianza en el equipo hay poca la verdad

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    1. Pues si, Ángel. La confianza en este equipo ahora mismo es nula. No he querido decir que la eliminatoria está sentenciada ya que son capaces de lo mejor y de lo peor. El tercero de la Liga no puede ser imprevisible de manera continua. Algo tiene que cambiar.

      Un saludo y gracias.

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